viernes, 30 de enero de 2009

El destino: a vueltas con la cuántica



Anoche se me fue la olla otra vez, lo siento. Me puse a divagar con cosas como el significado cuántico del Tiempo.

Habida cuenta de que mis conocimientos sobre la física cuántica no consisten en otra cosa que lo que he podido leer en libros de divulgación, la mayoría de lo que expondré aquí sería considerado como un tema de mayor índole filosófica, por no hablar de los errores que pueda cometer. De cualquier modo, las incursiones mentales sobre la cuántica siempre son chachis, así que, de vez en cuando, no puedo evitar echar un viajecillo por esos lares.

Bien, para abordar el tema, refresquemos primero algunos de los asombrosos aspectos de la mecánica cuántica con el experimento mental del gato de Schrödinger en el que un gato es introducido en una caja hermética junto con una botella de gas venenoso y un micro-dispositivo atómico que tiene un 50% de posibilidades de dispararse matando al gato, hay que resaltar el hecho de que es un experimento mental, los laboratorios cuánticos no tienen gatos metidos en cajas. El tema es que el sistema, al depender de una sencilla desintegración atómica, se tiene que describir con una función de onda y por lo tanto, el sistema entero estará en un estado de superposición cuántica en la que todos los componentes del sistema están en varios estados "a la vez", entre los sistemas se encuentra el gato, y, como el gas es venenoso, los estados vivo y muerto del gato pueden estar superpuestos, he aquí la paradoja: mientras no abramos la caja, el gato estará vivo y muerto a la vez. Pero, ¿porque está el gato vivo y muerto a la vez, y cuando abrimos la caja está vivo o está muerto?. Bien, la respuesta es la misma que cuando, hace un tiempo, puse un video sobre el experimento de la doble rendija: El acto de observación colapsa la función de onda que describe un sistema de forma que el sistema abandona su estado de superposición.

Hasta ahora bien, salvando el impacto que pueda causar el hecho de pensar que algo pueda estar vivo y muerto a la vez, que es similar a pensar que una misma partícula pueda atravesar una pared por dos sitios diferentes al mismo tiempo.
Por otro lado tenemos a la teoría general de la relatividad que nos dice que el universo está constituído por una especie de "tejido" de cuatro dimensiones (aquí no hablaremos de las dimensiones extra de las teorías de cuerdas, esas son para echarlas de comer aparte), entra las cuales está la dimensión conocida por todos como Tiempo. El universo de Einstein es un espacio cuadridimensional, y como tal, todas las dimensiones son equivalentes y sólo parecen diferir en la interpretación que nuestro cerebro hace de ellas. Esto nos lleva a pensar que pasado y futuro están lejos de ser meras entelequias y que existen de la misma manera que pueden existir las direcciones arriba-abajo o izquierda-derecha (recomiendo encarecidamente leer el libro de Brian Green "El Tejido del Cosmos"). Si las direcciones pasado-futuro son igual de reales que las de arriba-abajo, esto parece indicarnos que pasado y futuro existen realmente, que nuestro futuro ya está escrito y que solo tenemos que echar a andar por él.
Parece ser que la Relatividad General nos indica que nuestro futuro ya existe, lo cual puede interpretarse como que ya nacemos con un destino escrito.

No echemos a correr antes que a gatear. Antes de nada tenemos que saber qué dice la Mecánica cuántica al respecto, y he aquí cuando ya empiezo a divagar.
De la misma manera que el acto de observar una partícula en movimiento, o un gato en una caja, ya está determinando su destino porque se colapsa su función de onda, el acto de medir el tiempo o de tener consciencia de él podría estar colapsando las funciones de ondas de los estados cuánticos superpuestos de los sistemas existentes en un tiempo presente y futuro. Es decir, el futuro, aunque existe realmente, consiste en una superposición cuántica de estados que recoje todas las historias posibles, y nuestro cerebro, en el acto de medir u observar, colapsa dichas funciones de onda dejando un rastro definido que conocemos como historia.

Aunque todavía tengo que pulir el extraño mecanismo de colapso de la función de onda, la idea básica es que el destino podría estar escrito, pero podría estar escrito de muchas formas diferentes, nosotros solo "elegimos" la historia concreta.

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